Oraciones

Oraciones básicas

·    Padre Nuestro
  • Credo apostólico
  • Credo de Niceno-Constantinopolitano
  • Gloria
  • Invocación al Espíritu Santo
  • Avemaría
  • El Ángelus
  • Ofrecimiento a la Virgen María
  • Salve
  • Oraciones marianas

    ·    Bajo tu amparo
  • Madre del Redentor
  • Salve, Reina de los Cielos
  • Acuérdate
  • ¡Oh Corazón de María!
  • Para ser mejor
  • Madre de la confianza
  • Pureza y humildad
  • Ante el sufrimiento
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    Padre Nuestro

    Padre Nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día; perdona nuestras ofensas como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal. Amén

    Credo Apostólico

    Creo en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Vírgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

    Credo de Niceno-Constantinopolitano

    Creo en un sólo Dios, Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, de todo lo visible y lo invisible. Creo en un sólo Señor, Jesucristo, Hijo único de Dios nacido del Padre antes de todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho; que por nosotros, los hombres, y por nuestra salvación bajo del cielo, y por obra del Espíritu Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue crucificado en tiempos de Poncio Pilato; padeció y fue sepultado, y resucitó al tercer día, según las Escrituras, y subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo, que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas. Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica. Confieso que hay un sólo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

    Gloria

    Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén

    Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre y por los siglos de los siglos. Amén

    Invocación al Espíritu Santo

    Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero. Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén

    Ave María

    Dios te salve, María, llena eres de gracia, el Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

    El Ángelus

    V: El ángel del Señor anunció a María. R: Y ella concibió por obra y gracia del Espíritu Santo. Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. V: He aquí la esclava del Señor. R: Hágase en mí según tu palabra. Dios te salve María ... Santa María, Madre de Dios ... V: Y el Verbo de Dios se hizo carne. R: Y habitó entre nosotros. Dios te salve María , ... Santa María, Madre de Dios ... V: Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. R: Para que seamos dignos de alcanzar las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo. Amén. Oración: Infunde, Señor tu gracia en nuestros corazones para que cuantos, por el anuncio del ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su pasión y su cruz lleguemos a la gloria de su resurrección. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.

    Ofrecimiento a la Virgen María

    Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A tí, celestial princesa, Virgen sagrada María, yo te ofrezco en este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes, Madre mía. Amén.

    Salve

    Dios te salve, Reina y Madre de misericordia; vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve. A tí clamamos los desterrados hijos de Eva; a tí suspiramos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima! ¡Oh piadosa! ¡Oh dulce Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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    Bajo tu amparo

    Bajo tu amparo nos acogemos, santa Madre de Dios; no deseches las oraciones que te dirigimos en nuestras necesidades, antes bien líbranos de todo peligro, ¡oh Virgen gloriosa y bendita! Amén.

    Madre del Redentor

    Madre del Redentor, Virgen fecunda puerta del Cielo siempre abierta, estrella del mar ven a librar al pueblo que tropieza y se quiere levantar. Ante la admiración de cielo y tierra, engendraste a tu Santo Creador, y permanecés siempre Virgen, recibe el saludo del ángel Gabriel y ten piedad de nosotros pecadores. Amén.

    Salve, Reina de los Cielos

    Salve, Reina de los Cielos y Señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso a nuestra luz. Alégrate, Virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada doncella, ruega a Cristo por nosotros. D: Que con el auxilio de tan dulce intercesora, T: seamos siempre fieles en el terreno caminar. Amén

    Acuérdate

    Acuérdate, ¡oh piadosísima, Virgen María!, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a tu protección, implorando tu auxilio haya sido abandonado de Ti. Animado con esta confianza, a Ti también yo acudo, y me atrevo a implorarte a pesar del peso de mis pecados. ¡Oh Madre del Verbo!, no desatiendas mis súplicas, antes bien acógelas benignamente. Amén

    ¡Oh Corazón de María!

    ¡Oh Corazón de María, Madre de Dios y Madre nuestra! ¡Corazón amabilísimo, objeto de las complacencias de la adorable Trinidad, y digno de la veneración y ternura de los ángeles y de los hombres! ¡Corazón el más semejante al de Jesús, cuya imagen más perfecta eres! Corazón lleno de bondad y en gran manera compasivo de nuestras miserias! ¡Ah! Hacednos sentir ahora, ¡oh Virgen piadosísima!, la dulzura de vuestro corazón maternal y la fuerza de vuestra intercesión ante el de Jesús. Amén

    Para ser mejor

    Auxilio de los pecadores siempre dispuesta al perdón y a la intercesión obténme las gracias que me sean necesarias para encaminar rectamente mi vida, rechazar enérgicamente el pecado. huir de sus ocasiones y poner los mejores medios para purificarme según el divino designio y así encaminarme hacia quien es la Vida misma Amén.

    Madre de la confianza

    Madre siempre fiel, cuando te asaltó la incertidumbre, cuando las cosas se te hacían complicadas, supiste confiar. ¡Y cómo confiaste! En el momento cumbre de la historia con decisión y firmeza pronunciaste aquel bienaventurado "Hágase", del que viene nuestra salud. ¡Y siempre lo mantuviste! Las desconfianzas de otros, los decires de tantos nunca te apartaron de la santa confianza. Obténme, Santa María de la Confianza, el auxilio divino que me permita superar las incertidumbres que ahora me acosan. Que así sea.

    Pureza y humildad

    María, Madre mía, alcánzame desde tu inmaculado y purísimo Corazón la gracia de vivir la pureza y la humildad que el Señor Jesús desea para mí. Que así sea.

    Ante el sufrimiento

    Madre Dolorosa te han llamado los siglos. Y con razón, pues sufriste indeciblemente. Tú corazón por la espada traspasado recuerda que con viva imagen que bien eres Maestra es saber bien sufrir. Enseña a sobrellevar el sufrimiento, soportándolo con visión de eternidad, con esa esperanza, asociada a la Cruz reconciliadora de tu Hijo, el dulce Señor Jesús, de la que vivamente das ejemplo. Me atrevo a pensar que el misterio del dolor muchas veces se te hizo abrumador, como hoy siento el mío. Auxíliame, pues, ¡oh poderosa intercesora!, obténme la gracia que me permita aprender y vivir intensamente tu ejemplo y lección. Que así sea.

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